Dice Del Bosque muchas cosas, como que el nivel arbitral es muy bueno en España (oooooooohhhh), o que tenemos motivos de sobra para presumir de entrenadores, en todo el mundo. Explica cómo piensa afrontar la preparación del Mundial, y deja sentencias como «hay muchos candidatos, y pocas plazas, porque la mayoría ya están asignadas«. Es decir, «algunas dudas«, pero también «muchas certezas«. Pero más allá de estas y otras cuestiones (prometo que no recomiendo la lectura de su discurso en http://www.rfef.es/ porque ahora trabaje para ella), me quedo con un mensaje y una duda.
El mensaje, que mandaba a los periodistas en una reunión de periodistas: sé que hay tantas listas de veintitrés como profesionales. Que los debates son la salsa de los medios. La lista la vamos a hacer sobre las conclusiones que saquemos del trabajo de toda la temporada. Las modas pasajeras no nos van a condicionar. Una vez que el día 20 de mayo demos la lista, todo debate sobre los que sobran y los que faltan no hará bien a los que faltan y sí mal a los que están, y para el Seleccionador no sobran. Y a partir de aquí…
…la duda: ya que para salir de la crisis no nos vamos a poner de acuerdo, por mucho que diga su Majestad y por mucho que montemos páginas de internet patrocinadas por famosos, ¿serán capaces los periodistas de moderar y/o posponer la crítica necesaria hasta que acabemos con el Mundial? ¿seremos capaces de ir todos a una, sin condiciones? ¿o por el contrario los egos personales, los intereses empresariales, los Villaratos, los «doctrinatos«, seguirán su marcha implacable? ¿Seguiremos criticando o alabando en función de si tenemos o no los derechos del Mundial, o dependiendo del número y la calidad de entrevistas que nos concedan los futbolistas, o de si la Roja para el niño nos cuesta más o menos cara? Uf, no me pidáis mi respuesta, que aspiro a ser prudente (conste, no digo que esto sea general, digo que ocurre). Y si vais a decir que ahora soy parcial, y por eso me mojo, o no, tenéis razón. Siempre lo fui, parcial, digo, en orden a lo que creo, a mis convicciones. Y también soy honesto, no diría mentiras en función de quien me emplee o deje de emplear. Como dice mi querido profesor Colmenarejo: «La objetividad no existe; trata de ser honestamente subjetivo«. Lo intento desde hace quince años, que le escuché la frase en una clase de prácticas en la Universidad. Y me importa un eso si la gente piensa o no que lo conseguí. Pa eso, aquí, hablo solo. Ah, y me encantaría que me deshicieran intuiciones, a base de pruebas, y de apoyar a la Roja. Que lo tenemos difícil, muy difícil.