El pensamiento de José Ortega y Gasset está en las entrañas de La palabra perfecta. Los personajes discuten, desacuerdan, pero defienden entre todos muchas de las ideas que podemos leer en los manuscritos del pensador madrileño. De La Rebelión de las masas o La misión del bibliotecario concluyen Fran, el maestro don Manuel, Frasco el Viejo y compañía verdades como puños, realidades que, escritas en las primeras décadas del siglo XX, están más que vigentes casi cien años después. De libros, recupero a modo de ejemplo algunas sentencias:
«El lenguaje en esencia es diálogo, y por eso el libro solo es bueno si nos trae un diálogo latente»
«Ser de izquierdas es, como ser de derechas, una de las infinitas maneras que tiene el hombre de ser un imbécil»
«El Estado es la voluntad de hacer algo en común»
«El alma vulgar, sabiéndose vulgar, impone el derecho a la vulgaridad y su derecho a imponerla»
“Cuando se lee mucho y se piensa poco, el libro es un instrumento terriblemente eficaz para la falsificación de la vida humana» (frase que atribuye el español a Platón)